jueves, 17 de diciembre de 2015

conversación íntima, Paula Meehan



traducción de Gerardo Gambolini 


Estas noches calurosas de verano susurro
aventuras, citas amorosas, lechos de brezo
en los que me gustaría tumbarte, playas remotas a las que podríamos escapar,
ver las chispas de la fogata
mezclarse con las estrellas.
Quiero que sigas vivo hasta que los dos
nos encontremos de nuevo,que esperes,
que ignores los chismes que intercambian
sobre mí en el mercado.
Recaigo en el cliché, el cambio chico
de un verano adúltero,
las tramas de películas mal hechas,
las teorías de relámpagos eléctricos,
cómo me haces arder la planta de mis pies
cuando acabo.

Lo que no escuchas es la otra voz
cuando ella habla a través de mí
más allá de la piedad o la clemencia humanas.
Ella te desea. Puso sus ojos sobre ti
la primera vez que te vio.
Y yo soy impotente,
una esclava de su capricho. Ella
va a tenerte. ¿Qué puedo hacer yo
cuando habla de piedras de río blancas,
de grutas mágicas, de sus pájaros sagrados?
Sé que una vez despedazó a un hombre,
miembro por miembro, con sus propias manos
en algún rito de su sangriento pasado.
Se me revuelve el estomago ante el intenso
hedor implacable de su historia.

Las noches en que miras fijo afuera
muerto de miedo detrás de la máscara,
pienso que tal vez la oíste hablar:
te das cuenta de que montas un demonio,
de que la oscuridad no tiene fin.
Aunque yo no deseo causarte dolor,
no puedo garantizar sus intenciones.
Temo que ni todas mis artes curativas puedan aliviar
la herida que ella te tiene reservada.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Jotaele Andrade, 2 poemas






la forma de tus manos


todavía es demasiado pronto para hablar
sobre tu ausencia

aún cuando los árboles se hayan
inclinado
hacia su sombra
incontables veces

que se haya lacrado el idioma con que te entendías
con el mundo

no me resisto a tus cenizas
a la porosa desnudez de tus huesos
a tus extrañas manos desliadas
de cada objeto

pero reconstruirte
esforzándonos en los detalles
en tu modo de exhalar el humo del cigarrillo
o de sentarte
es un esfuerzo inútil
es muy pronto para tallar tu corazón en mármol
para dejarte a la deriva en la memoria

siempre se adelantan otros muertos
otros rasgos
quizás más urgentes

sucede ahora que mi vida se aja
y recobra
o intenta recobrar
aguas lejanísimas
voces
cosas realmente sepultadas bajo tantos años

no contradigo tu carne disputada
tu sobrenombre flotando entre la niebla de los años
como un madero
sobre el que nadie sobrevive
o que jamás reverdece

no
sólo quiero decir que el mundo todavía tiene la forma
de tus manos





poema a mi niña sin nacer 


yo sé que te buscas
que pateas furiosa en la nada
que te revuelves en mis células
y me llevas a tu madre
a la dura tarea de darse con el otro
sin matarse
que me sabes ridículo
y me perdonas los días disipados
bien sé que me odias con todo el amor
que yo no puedo
que me clavarías un cuchillo en la garganta
para atravesarme todo tu dolor nonato
tus ganas de chillar por un muñeco
por el miedo
o la fiebre
escúchame
pequeña mía
aquí comparto el sol con asesinos
desmenuzo un pan de angustia
para los pájaros que prefieren mis ojos
me doy con una mano fácil
de herir
o de tomar
escúchame
entre todos los soles
hay uno que es nuestro
y tiembla como un fósforo en la tormenta
admiro y repugno toda la ternura
de que soy capaz
sólo por verte
todo el coraje
del que soy capaz
al arrancarte de mi sangre
y de otra sangre
la vida no te necesita
pequeña mía
quién sabe cuántos caracoles
pisarás
por distraída
qué animal puede caer bajo tu furia de niña
cuántos corazones podrás romper porque eres terca
y te pareces a mí
nadie te necesita aquí
sólo tú misma
tu sombra que te espera bajo el sol
tu deseo de estar descubriendo si es cierto
el esplendor de cada cosa
yo no te necesito aquí
ya tengo mi muerte
para que vengas a desconsolarme
todavía
mi hermosa
olvídate
de atravesar el desquiciante aroma de los duraznos
la niñez
los muslos que arden
lo triste de amar
olvídate
pero
insiste
trepa a los órganos del día
a sus brazos de sol
a sus pupilas exasperadas por tanta existencia
a las tripas donde la muerte
da su olor
insiste
insiste
y llega
y mátame y vive
finalmente


jueves, 23 de julio de 2015

Valeria Pariso, sentada en el fondo de su casa




XX


Ahí está:
sentada en el fondo de su casa,
llorando en camisón,
fumando otra vez
después de seis meses
de esfuerzo sobrehumano
por controlar las ganas,
tirada en el único rincón con sombra
a las tres de la tarde,
tratando de entender
desesperadamente
cómo fue que a él
después de tanto tiempo
se le ocurrió
dejarla por teléfono.



VII


 Los padres de Elise Cowen
quemaron sus poemas. Sólo se salvaron
83
que guardó un amigo.

Yo no soy beat, mi amor,
pero quién está a salvo.

Hay que guardar un poema
empapado de lluvia,
por si la locura,
por si los padres,
por si el mundo,
nos queman, mi amor.



XXXV

Las mujeres de mi familia son macizas.

Ellas
lograron refinanciar las hipotécas,
pelearon contra el cáncer,
se pusieron a sus hijos en los hombros
y salieron sin agua
a sembrar el desierto
de las separaciones y viudeces.

Yo tiemblo. Todo el tiempo.




XXXVI

Si solamente fuese
la sed lo que nos dieron,
la extraordinaria sed.

Pero no,
qué hacemos en la vida
quién nos dice qué hacemos con la vida
sabiéndonos en la otra orilla.




Poemas del libro "Paula levanta la persiana" (Ediciones AqL)



Valeria Pariso, Buenos Aires 1970. Abogada.
Publicó "Cero sobre el nivel del mar", ediciones AqL.
Antologías colectivas "II Colección de Autores Contemporáneos - II Certámen de poesías, cuentos y cartas de amor", "Poesía encontrada" (2007), "Vuelo Íntimo" (2008) y "Lunario" (2008)
Blog: www.tantotequeria.blogspot.com








domingo, 12 de julio de 2015

Marianne Moore, cuando compro cuadros



Cuando compro cuadros
o- lo que está más cerca de la verdad-
cuando contemplo aquello de lo que me puedo imaginar dueña,
prefiero lo que podría darme placer en cualquier momento:
la sátira de la curiosidad en la que sólo es discernible
la intensidad del ánimo;
o justo lo contrario – la antigüedad, la sombrerera con adornos medievales
en la que aparecen sabuesos con cinturas que se estrechan como la del reloj de arena,
ciervos, aves y gente sentada.
Puede ser simplemente una losa, tal vez una biografía literal
(con letras espaciadas, sobre una especie de pergamino),
una alcachofa con seis tonos azules, el tripartito jeroglífico con patas de agachadiza,
la cerca de plata que protege la tumba de Adán o Miguel tomando a Adán por la muñeca.
El énfasis intelectual demasiado estricto sobre cual o tal cualidad
merma el placer.
No debe pretenderse desarmar nada, ni tampoco debe honrarse a la ligera el éxito generalizado,
aquello que es grande por que otra cosa es pequeña.
En conclusión: sea lo que fuere,
debe estar “iluminado por miradas penetrantes en la vida de las cosas”,

debe reconocer las fuerzas espirituales que los crearon.





jueves, 9 de julio de 2015

Gabriel Pantoja, algunas prácticas poéticas


9


no sabré si esto es una novela:
dispuesto sobre la mesa está el dios miniatura de las piedras.
yo abriendo las paredes mentales de un muchacho que viaja en el 33 y
sueña secuencias de un solo día. sueña conmigo.
sueña las 33 impresiones fotográficas de la chica cancán, la infinita
extensión de dos piernas como ríos cruzados que lo envuelven, ese bramido furioso de la tarde del martes donde me copio los gestos de padre, ese
vidrio de luz rota con que accidenté  el estado natural de mis cosas: yo
era el que estaba en la habitación tirando los pájaros.
y vos dormías.




20

sucede todo junto:
plaza chica colectivo novela sol de las cinco. dios piernas cancán 33 páginas
mentales de la escritura piedra.
en el colectivo abro una novela. el colectivo cruza la plaza circular. veo
a la chica. veo que el destino es un banquito y un ángulo. piernas largas
como ríos vestidos de rojo a cuadros.
estaba viendo el mundo desde una montaña luminosa. yo soy mi hijo.
porque está todo junto, separar. salgo del colegio. sucede plaza
con chica y sol de las tardes.
pronto dios piernas cancanes líquidos y tubo metálico del 33 con copias
mentales del personaje principal de donde viene la piedra. yo: los rotos cristales
de mí. escribo el diario de mi isla.
ahora el sueño de un golpe que se abre en forma de tres corderos y una
puerta.
hay esas luces de la plaza. hay un padre repitiéndome los gestos. yo veo el
destino en la perturbación de las esquinas. en las láminas de un vidrio la
cicatriz de un nacimiento. piernas y pájaros como ríos bermejos y a cuadros.
veo el mundo desde una mesa luminosa y simultánea. el laberinto de
varias cabezas es mi unidad. con campos y animales y plantas.
soy mi futuro.
soy esta última criatura. soy el que vuelve como el latido del golpe de una
ley muriendo al encenderse en la punta de los martillos.
estoy llegando demasiado tarde a esa fiesta.
tengo 35 años. salgo del colegio.




29

sentí horror y pensé:
el hueso reflejo de un hermano, la espina mujer de mi órgano, haberme
tirado sobre la tierra como un reptil gozante, abierto en canal, doblemente
abierto al cableado corazón de un animal oscurecido, al derrame
de una luz en el ácido de sus partes.  cruzó en ese instante el colectivo.
ahora todo aumentó y yo que era tan chiquito empecé a pedir.
resulta que hubo miedo. y después más miedo. y  eso fue pensar.

futuro es hendir la tela del espacio por la que arrojaremos como letreros 
en la oscuridad de la noche la bola del lenguaje



32

en la superficie que constituye el ahora hay una línea yendo hacia
atrás, otra que va hacia mí, y una siguiente es tuya.
ayer se juntaron.
yo quedé oblicuo.

















Gabriel Pantoja, Córdoba 1978. Licenciado en Psicología, practica el psicoanálisis y otras poéticas. En 2015 editará su primer libro de poemas adolescentes escrito a los 35 años. 





(fuente Festival Internacional de poesía Córdoba)

domingo, 5 de julio de 2015

Pablo del Corro, un descuido de los otros






Aún en pleno invierno
el día nos entrega un mínimo de sol
cuando se abre la tarde
Hace unos años sé
que a él le gusta salir a esa hora
Mantenemos un respeto animal en el encuentro
El tiene sus rutinas yo tengo las mías
Coincidimos en el placer de ese mínimo de sol
cuando se abre la tarde
A veces me retraigo
me quedo dentro, animalmente
Pensé -por qué no- que él haría lo mismo
Eso justifica no extrañarlo si no lo veo
y alegrarme si aparece
Y me conforma
Pero ayer fue distinto
Sentí un temblor cuando nos vimos en el patio
Alguien llamó a la puerta y me distrajo
Era la otra viuda de un amigo
Apereció después de tantos años
a reclamar por cosas que no tengo
Volví al patio
Lo encontré debajo de unas tablas, tieso
Pensé en mi amigo que murió en silencio
y en las manos apretadas de mi madre
Acaso la muerte sea eso:
un temblor, un mínimo de sol en una tarde
Un descuido de los otros
Una bolsa negra, de nailon










martes, 9 de junio de 2015

Amor, Wang Xiaoni







En este otoño frío ah

tu mano
no puede hundirse en agua fría
tu sobretodo
debe ser planchado diariamente
el suéter que tejo y tejo y nunca termino
milagrosamente avanza hacia adelante
hacia el momento en que debe ser usado

en este otoño frío ah
querés estar siempre inmaculado
la risa y la charla
desconciertan a buenos y malos
por igual
sonrío y hablo
agarrándote de una mano
nos meto en cualquier hueco
donde haya gente
Tendría que haber dado origen a un pájaro de grandes alas
pero ahora
tengo que encogerme de hombros
y convertirme en un nido
permitir a esos que dudan
en levantar la cabeza
que miren
el peso del cielo
hacer que atraviesen
el encogimiento del corazón
este otoño frío tan frío
que obliga a movernos
este duro crudo amor
nuestro




jueves, 7 de mayo de 2015

Franco Rivero, vos ahora voz



Paradojas

el amor come palabras
termina siempre antes
de digerirlas por completo

las palabras comen amor
lo digieren por completo
y no terminan nunca

  •  


preparo la cena

riña doméstica si las hay
la de escucharte
hablarme fuerte
mientras cocino
sin romper los platos
ni tirar nada
picar las respuestas
con la cebolla
el morrón
el ajo
la verdad que no hacía falta
trozar así el pollo

más tarde
dormiremos juntos
me vas a abrazar
voy a abrazarte
haremos
más que eso
mentiremos
que hacerlo
con esa energía
significa
mucho

  •  


soy normal

soy normal
me pongo pelotudo cuando llueve
digo que no me gustan las fechas
que estoy en contra de ellas
pero me pican de lo lindo
lloro con ciertas películas
con ciertas canciones
que pongo a propósito
para llorar

me cuesta un perú comer solo
pero hago esa mesa como hago la cama
para mí solo
todos los días
y necesito decirme seguido está bien
así conmigo
está bien

el vacío de miedo
el vacío es todos los peros
aunque mastique como disfrutando
aunque ocupe toda la cama
plácidamente durmiendo
aunque mantenga la casa limpia
no hay forma
de que haga todo y no piense
que es
para mí solo

a veces escucho una voz
hago tanto silencio que el aire
parece una mano
la siento en el hombro






Franco Rivero nació en Corrientes en 1981.
Es Profesor de Lengua y Literatura, Licenciado en Letras – Universidad Nacional del Noroeste – y Doctorando en Semiótica, por la Universidad Nacional de Córdoba. Ejerce la docencia en el Chaco y colabora con publicaciones de Argentina. En poesía publicó Situación Desbridamiento Edición Ananga Ranga, Colección LSD – Letras sin Descarte – (2010) y forma parte de las antologías Ida y Vuelta, poesía contemporánea de Chaco y Corrientes (2007); Cuentos Inéditos, Profesora Adriana Rendo, Publicación de Norte y UNITAN, (2008) y Poesía Chaqueña: entre la tradición y la vanguardia, Imprenta Kram, Chaco (2009)




jueves, 30 de abril de 2015

Mariana Robles, el árbol de los reflejos





En la esquina del cuarto
donde aún duerme mi madre,
hay un ropero brillante
pintado con laca perlada
que refleja al revés el espacio,
lo que extraviado se dispersa
en la región de los rayos.
La luna, atravesando los vidrios,
las mantas, las lámparas encendidas
y otros objetos del reino de los sueños.
El retrato oval desde su lugar antiguo,
en el fondo de la cama
del respaldo matrimonial,
con la imagen de mis abuelos ya muertos.







En el tronco del árbol
hay un nudo profundo
un brote terrible y agazapado.
El padre de mi padre,
rey de los silencios,
en la perturbada congestión
de los acontecimientos
se suicidó.






Mi linda madre con reiterada ceremonia
mes a mes compra varios rollos de colores
para su doméstica cámara analógica.
Cuando mi hijo Valentino y yo vamos
a visitarla, cruzando el filo de las sierras,
ella nos espera con su obturador abierto
como una flor en éxtasis o a punto de morir.






Somos un documento
 húmedo y gris, entre
las cosas leves
que, relampaguean.





Mariana Robles nació en Buenos Aires en 1980 y desde 1998 reside en la ciudad de Córdoba. A finales de 2001 egresó de la Escuela Provincial de Bellas Artes Dr. José Figueroa Alcorta y en 2010 de la Licenciatura de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba. En 2010 publicó su primer libro de poesía Línea de Atlas (Alción editora). Desde 2002 expone su obra plástica en diferentes espacios independientes, museos y galerías de la ciudad de Córdoba.



Los textos forman parte de El árbol de los reflejos, libro correspondiente al Premio Provincial de Córdoba género poesía 2012





miércoles, 22 de abril de 2015

Dolores Etchecopar, El comienzo








Hay un espacio entre mi madre y yo
tiene una piedra
allí encontré al cartero llorando





te quiero hasta el cielo
porque en lo azul en lo rosado
en la nube blanca ya no estamos
vos y yo tan separadas
como acá tan dolidas
que cuesta tocar la risa tocar el corazón
y el cielo está para que yo te quiera
hasta la tierra
donde me falta reunir en uno solo
los dos ovillos los dos colores
tu hebra y la mía
harán la trama del tiempo que queda





cuando empecé a escribir
el poema a mi padre
vino mi madre
me tocó el hombro
no pude verla y seguí escribiendo
el poema del padre
el padre que escribía frente a la ventana
tampoco la vio
desapacible en la cornisa
ella abrió las manos
soltó el corazón de mi padre
soltó el mío
y no la vimos




tu muerte y mi vida
están sucediendo juntas
se extrañan
se crían




antes de morir
mi hermano mayor descorrió
el telón de su ojo de fotógrafo
me pidió que no me moviera
que mirara fijo
con la flor detenida de su vida en mi mano







Dolores Etchecopar, poeta y pintora, nació en Buenos Aires en 1956. Ha publicado los libros de poesía: Su voz en la mía (Corregidor, 1982) La Tañedora (El imaginero, 1984). El atavío (El Imaginero, 1985). Notas Salvajes (Argonauta, 1989) y Canción del precipicio (Grupo Editor Latinoamericano, 1994). Dirigió los espacios culturales Beckett y Santo Cielo.

martes, 17 de marzo de 2015

Juan Tardivo, sólo queda decidir quién se despide primero




Cuando quise separarme de vos
ya era tarde
nos habíamos convertido en
un cuerpo de dos cabezas
que, desnudos frente al espejo, veíamos al otro
así que ahora, solo queda
decidir quién se despide primero
quien es el más débil
el menos apto para soportar
los embates y la congoja .
no es que te estoy persuadiendo al sufrimiento
sino que, estoy confirmando la masacre
el corte final que nos separará para siempre
y así, cada uno irá por su lado
tu, te convertirás en el mártir de las madres
y yo, compartiré el lugar de las odiadas
pero nadie sabrá que
en este acto
este pequeño acto de amor
nos salvará para siempre.








Juan Tardivo nació en Río Cuarto (1986). Estudió Arte en la Escuela Libero Pierini de su ciudad natal. Ha participado de diferentes muestras colectivas y ha sido distinguido en diversos concursos de artes plásticas. Explora en el campo del videoarte. Realiza estudios de escritura creativa y teatro. Es integrante de la Editorial Cooperativa Dínamo Poético.


lunes, 16 de febrero de 2015

Entre hermanos, Paulina Cruzeño





A la siesta
había que dormirla
Amasar las horas
que corrían para atrás
Armábamos casas
con sábanas
puentes tembleques
de cama en cama
que no soportaban ni la sombra del pie
Nos acostábamos juntos
los cuerpos flacuchos
llenos de aburrimiento
Hacíamos guerra de lenguas
Hoy sé
que el primer beso
fue entre nosotros








Ignacio y María juegan en la plaza
cada uno por su lado
Ignacio cuenta
lo divertido que fue estar con su hermana
juntos en la panza
"nunca nos aburríamos
jugábamos a la pelota
con el corazón de mamá"






Un bicho extraño
junto a mi cama
un feto aún
porque hasta entonces
nadie lo había abrazado






No tener orilla
ni desagote
No juntarse con el lado muerto
de la manada
No sentir
ningún peso por la costilla que se rompe
en otro esqueleto
No saber de mitades
ni compartir espejos
con casa y todo
Hijo único



Poemas de Entre hermanos (Llanto de Mudo 2014)



Paulina Cruzeño 

Es Licenciada en Psicología
Publicó Demasiado ágil en el desierto (Llanto de mudo, 2011- Reeditado 2014), La suavidad del dolor. Antología (Park Editorial, 2012)
Participó del II Festival Internacional de Poesía de Córdoba (2013), la Feria del Libro Santiago de Chile (2013) y diversos ciclos de lecturas e intervenciones en escena.
Algunos poemas del presente libro recibieron el 1° Premio del III Concurso Nacional de Poesía "Taller Latinoamericano de Poesía Fundación Neruda" (Argentina-Chile 2013)


lasiambreta@hotmail.com