martes, 5 de noviembre de 2013

CECILIA ARACELI OLGUÍN



Después de esto

La mujer maneja
apretando el dedo dónde ató el recuerdo
mira mas allá de la cucharada de café instantáneo
mas acá de la brizna descubre un prado
vuela la mariposa donde antes creció un gusanito.
Pasa que detiene su paso
sobre la senda peatonal del frio
y no sabe medir el semáforo
Es el miedo a las delicias del suburbio
combinando la rotura con su mano;
es el miedo a las fotos que alimentan
el motor del auto.
La mujer sale del tobillo enclenque
y el descubrimiento
es que no sabe cómo conducir
con los hilos del fantasma en el bolsillo.




Clase de Manejo

Aceptar el rojo cortante
así como nos arrastra el viento.
Gritarle a la piedra que cese en su mentira.
Enrojecer hasta que no mane
saliva de la cascada.
Destrozar la pluma imaginaria de todas las alas
aunque implique arruinar los pájaros
borrar los nidos, incendiar el bosque.
Arrasar la nostalgia y la esperanza:
un baño purificador
de vómito y lágrimas.




El vértigo del movimiento

Me arrastro como un marinero borracho
sostenida por lo poco firme que tengo a mano:
en esta situación vertiginosa
la pared demuestra ser
una fantasía de la percepción, prefiero
apoyarme en el amor
y en lo que suma de consciencia.
Camino lenta. La médica
me receta antialérgicos.
De vuelta en casa miro mis papeles relucientes
brilla en ellos el desconcierto
típico de cuando me alejo de la vida habitual:
la Niña Rota dejaba la decisión en otras manos.
Ahora todo movimiento significa un mareo.
Sobre el vómito y la angustia avanzo lentamente.
A pesar del fantasma apretándome el freno
re-aprenderé a conducir.



Dirán que es el invierno

Me aprieta el pecho de noche
y de día destapa mi espalda.
A tientas voy, reconociendo
esta decadencia, ahora
que pesa en la rodilla
la rotura de la infancia y cuesta más
cargar en la cintura
la mañana de los años
que vendrán. ¿Dónde
quedaron aquellos tobillos, pienso
donde dejé mi lengua
y mi brazo izquierdo?
Dirán que es el invierno, pero no:
sé que la muerte vino
con la estampilla de un Renault
-12 para mas datos-;
yo fui a comprar con mi padre
su primer cero km;
aprender a manejar
en las afueras del pueblo pampeano
fue la hora más alegre
de las vacaciones polvorientas
en la casa de la abuela.
Hoy estuvimos viendo
fotos viejas. Mi padre ya
pensaba en la risa que vendría
en algún momento
después de su partida.
¿Habrá entrevisto su futuro de ceniza
cuando dejaba su semilla en el vientre
de la mujer que es mi madre?


No festejamos el día del niño


Cuando mató a su Niña Rota
y pudo sacarse el vestido
- abrigo de su rotura -
dio un paso afuera del escenario
fiel de la seguridad cotidiana.
Fue necesario aprender
geografías desconocidas.
Las andaba sobre el pie
tatuado en la memoria
y la ronda antigua abrumaba el paso
"Mujer incapaz, mujer incapaz
no reaccionarás,
no creeraaaan
en lo que digas
y vos seraaaas
siempre culpable; angustia, castigo,
miedo y dolor
no reaccionarás, no reaccionarás,
mujer incapaz".
Debió meter las manos en la angustia
y arañar una mugre nueva
y situar otra vez la potencia de la sangre.
La niñez resulta para los niños rotos
un filo eterno desgarrando las edades
será necesario rematar la infancia
tantas veces como sea necesario.
Que nos impulse la confianza
de que habita en nuestro cuerpo
el paso fronterizo
hacia el país de la nuevos nacimientos.



Que muera
una vez mas y siempre
Ella,
la Niña Rota.
YO YO YO
¡YO!


conozco otro país donde nacer.



Poemas de Niña Rota (libro inédito)



Cecilia Araceli Olguín
Nació en Neuquen (Argentina) en 1976. Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Cordoba en el 2000. Trabajó en radios y revistas institucionales. Docente. Publicó, de forma autogestionada, 5 plaquetas de poesia: Armas de Fuga (2008), En nuevo barro Vieja Lucha (2009), Ella dice que escribe (Abril 2010) Revelado (nov 2010) Rabiosas (sep 2011), ilustradas y diseñadas por el Arquitecto y artista plástico Hernan Ganuza. Creo y produjo la serie de eventos artisticos llamada Fuera de Garage en 2009 y 2010. Participó en muestras producidas por el Colectivo de Arte Autonomo Dto 6 en 2009, 2010 y 2011. Forma parte de Ultrafinas y las Tramontinas del dolor, con las cuales publicó dos plaquetas 2012, 2013 respectivamente. Participa activamente del Consultorio Parapoetico.

martes, 9 de julio de 2013

María del Carmen Marengo



Si no me ven,
no existo.
(O existo en otro lugar,
que es como si no existiera).

Por qué tengo que ser yo
la que mira por la ventana.





La lágrima
despojó a los hijos
de su deber.

Hizo flaquear
sus ambiciones.

Y gobernó
en el desierto,
donde habían construido
su nueva casa.
La lágrima
impuso condiciones.





Todo nos falta
en esta caminata.
Tal vez
una flor silvestre
nos alimentará
con su gota dulce
hasta que llegue
la mañana.





A través del espejo
todos son iguales
a mí.
Dentro del espejo
todos respiramos
el mismo aire
transparente.
Fuera del espejo
todo es extraño,
hasta el aire
que me falta.





Mientras estoy aquí
tal vez
otro
allá
podría tocar mi mano.
Mientras estoy aquí
tal vez
alguien pasa frente a la puerta
allá.





Si sus manos fueran
como la lluvia,
no nos dejarían
de acariciar
ni un momento

Entonces
no tendríamos
este fuego
aquí.
Sus manos
lo apagarían.

Lavarían
y curarían
todas
nuestras heridas





¿Así cae una estrella
o así desaparece
una mariposa
en la llama?

Ni la estrella
cae
ni la mariposa
se abrasa.


Y no se entiende
por qué
aún reina
tu extraño equilibrio
del universo.







De regreso.

Todo está igual.
Nada está igual.

Se mueven los días
y las estrellas
buscan la forma
de recomponer el universo.




De El fuego invisible (Alción, 2001)

María del Carmen Marengo nació en 1968 en Balnearia, provincia de Córdoba, y actualmente reside en Córdoba. Es Profesora en Letras y poeta. Su ensayo Geografías de la poesía (2006) obtuvo el primer lugar del Premio Luis de Tejeda 2005. Fue becaria de Fundación Antorchas entre 2000 y 2002 y entre 2003 y 2005. Publicó los libros de poesía El fuego invisible (2001), El camino de los ángeles (2003) y El libro de los jardines y los abismos (2007).