jueves, 30 de abril de 2015

Mariana Robles, el árbol de los reflejos





En la esquina del cuarto
donde aún duerme mi madre,
hay un ropero brillante
pintado con laca perlada
que refleja al revés el espacio,
lo que extraviado se dispersa
en la región de los rayos.
La luna, atravesando los vidrios,
las mantas, las lámparas encendidas
y otros objetos del reino de los sueños.
El retrato oval desde su lugar antiguo,
en el fondo de la cama
del respaldo matrimonial,
con la imagen de mis abuelos ya muertos.







En el tronco del árbol
hay un nudo profundo
un brote terrible y agazapado.
El padre de mi padre,
rey de los silencios,
en la perturbada congestión
de los acontecimientos
se suicidó.






Mi linda madre con reiterada ceremonia
mes a mes compra varios rollos de colores
para su doméstica cámara analógica.
Cuando mi hijo Valentino y yo vamos
a visitarla, cruzando el filo de las sierras,
ella nos espera con su obturador abierto
como una flor en éxtasis o a punto de morir.






Somos un documento
 húmedo y gris, entre
las cosas leves
que, relampaguean.





Mariana Robles nació en Buenos Aires en 1980 y desde 1998 reside en la ciudad de Córdoba. A finales de 2001 egresó de la Escuela Provincial de Bellas Artes Dr. José Figueroa Alcorta y en 2010 de la Licenciatura de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba. En 2010 publicó su primer libro de poesía Línea de Atlas (Alción editora). Desde 2002 expone su obra plástica en diferentes espacios independientes, museos y galerías de la ciudad de Córdoba.



Los textos forman parte de El árbol de los reflejos, libro correspondiente al Premio Provincial de Córdoba género poesía 2012





miércoles, 22 de abril de 2015

Dolores Etchecopar, El comienzo








Hay un espacio entre mi madre y yo
tiene una piedra
allí encontré al cartero llorando





te quiero hasta el cielo
porque en lo azul en lo rosado
en la nube blanca ya no estamos
vos y yo tan separadas
como acá tan dolidas
que cuesta tocar la risa tocar el corazón
y el cielo está para que yo te quiera
hasta la tierra
donde me falta reunir en uno solo
los dos ovillos los dos colores
tu hebra y la mía
harán la trama del tiempo que queda





cuando empecé a escribir
el poema a mi padre
vino mi madre
me tocó el hombro
no pude verla y seguí escribiendo
el poema del padre
el padre que escribía frente a la ventana
tampoco la vio
desapacible en la cornisa
ella abrió las manos
soltó el corazón de mi padre
soltó el mío
y no la vimos




tu muerte y mi vida
están sucediendo juntas
se extrañan
se crían




antes de morir
mi hermano mayor descorrió
el telón de su ojo de fotógrafo
me pidió que no me moviera
que mirara fijo
con la flor detenida de su vida en mi mano







Dolores Etchecopar, poeta y pintora, nació en Buenos Aires en 1956. Ha publicado los libros de poesía: Su voz en la mía (Corregidor, 1982) La Tañedora (El imaginero, 1984). El atavío (El Imaginero, 1985). Notas Salvajes (Argonauta, 1989) y Canción del precipicio (Grupo Editor Latinoamericano, 1994). Dirigió los espacios culturales Beckett y Santo Cielo.