miércoles, 9 de diciembre de 2015

Jotaele Andrade, 2 poemas






la forma de tus manos


todavía es demasiado pronto para hablar
sobre tu ausencia

aún cuando los árboles se hayan
inclinado
hacia su sombra
incontables veces

que se haya lacrado el idioma con que te entendías
con el mundo

no me resisto a tus cenizas
a la porosa desnudez de tus huesos
a tus extrañas manos desliadas
de cada objeto

pero reconstruirte
esforzándonos en los detalles
en tu modo de exhalar el humo del cigarrillo
o de sentarte
es un esfuerzo inútil
es muy pronto para tallar tu corazón en mármol
para dejarte a la deriva en la memoria

siempre se adelantan otros muertos
otros rasgos
quizás más urgentes

sucede ahora que mi vida se aja
y recobra
o intenta recobrar
aguas lejanísimas
voces
cosas realmente sepultadas bajo tantos años

no contradigo tu carne disputada
tu sobrenombre flotando entre la niebla de los años
como un madero
sobre el que nadie sobrevive
o que jamás reverdece

no
sólo quiero decir que el mundo todavía tiene la forma
de tus manos





poema a mi niña sin nacer 


yo sé que te buscas
que pateas furiosa en la nada
que te revuelves en mis células
y me llevas a tu madre
a la dura tarea de darse con el otro
sin matarse
que me sabes ridículo
y me perdonas los días disipados
bien sé que me odias con todo el amor
que yo no puedo
que me clavarías un cuchillo en la garganta
para atravesarme todo tu dolor nonato
tus ganas de chillar por un muñeco
por el miedo
o la fiebre
escúchame
pequeña mía
aquí comparto el sol con asesinos
desmenuzo un pan de angustia
para los pájaros que prefieren mis ojos
me doy con una mano fácil
de herir
o de tomar
escúchame
entre todos los soles
hay uno que es nuestro
y tiembla como un fósforo en la tormenta
admiro y repugno toda la ternura
de que soy capaz
sólo por verte
todo el coraje
del que soy capaz
al arrancarte de mi sangre
y de otra sangre
la vida no te necesita
pequeña mía
quién sabe cuántos caracoles
pisarás
por distraída
qué animal puede caer bajo tu furia de niña
cuántos corazones podrás romper porque eres terca
y te pareces a mí
nadie te necesita aquí
sólo tú misma
tu sombra que te espera bajo el sol
tu deseo de estar descubriendo si es cierto
el esplendor de cada cosa
yo no te necesito aquí
ya tengo mi muerte
para que vengas a desconsolarme
todavía
mi hermosa
olvídate
de atravesar el desquiciante aroma de los duraznos
la niñez
los muslos que arden
lo triste de amar
olvídate
pero
insiste
trepa a los órganos del día
a sus brazos de sol
a sus pupilas exasperadas por tanta existencia
a las tripas donde la muerte
da su olor
insiste
insiste
y llega
y mátame y vive
finalmente


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