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no sabré si esto es una novela:
dispuesto sobre la mesa está el dios miniatura de las piedras.
yo abriendo las paredes mentales de un muchacho que viaja en el
33 y
sueña secuencias de un solo día. sueña conmigo.
sueña las 33 impresiones fotográficas de la chica cancán, la
infinita
extensión de dos piernas como ríos cruzados que lo envuelven,
ese bramido furioso de la tarde del martes donde me copio los gestos de padre,
ese
vidrio de luz rota con que accidenté el estado natural de
mis cosas: yo
era el que estaba en la habitación tirando los pájaros.
y vos dormías.
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sucede todo junto:
plaza chica colectivo novela sol de las cinco. dios piernas
cancán 33 páginas
mentales de la escritura piedra.
en el colectivo abro una novela. el colectivo cruza la plaza
circular. veo
a la chica. veo que el destino es un banquito y un ángulo.
piernas largas
como ríos vestidos de rojo a cuadros.
estaba viendo el mundo desde una montaña luminosa. yo soy mi
hijo.
porque está todo junto, separar. salgo del colegio. sucede
plaza
con chica y sol de las tardes.
pronto dios piernas cancanes líquidos y tubo metálico del 33
con copias
mentales del personaje principal de donde viene la piedra. yo:
los rotos cristales
de mí. escribo el diario de mi isla.
ahora el sueño de un golpe que se abre en forma de tres
corderos y una
puerta.
hay esas luces de la plaza. hay un padre repitiéndome los
gestos. yo veo el
destino en la perturbación de las esquinas. en las láminas de
un vidrio la
cicatriz de un nacimiento. piernas y pájaros como ríos bermejos
y a cuadros.
veo el mundo desde una mesa luminosa y simultánea. el laberinto
de
varias cabezas es mi unidad. con campos y animales y plantas.
soy mi futuro.
soy esta última criatura. soy el que vuelve como el latido del
golpe de una
ley muriendo al encenderse en la punta de los martillos.
estoy llegando demasiado tarde a esa fiesta.
tengo 35 años. salgo del colegio.
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sentí horror y pensé:
el hueso reflejo de
un hermano, la espina mujer de mi órgano, haberme
tirado sobre la
tierra como un reptil gozante, abierto en canal, doblemente
abierto al cableado
corazón de un animal oscurecido, al derrame
de una luz en el
ácido de sus partes. cruzó en ese instante el colectivo.
ahora todo aumentó y
yo que era tan chiquito empecé a pedir.
resulta que hubo
miedo. y después más miedo. y eso fue pensar.
futuro es hendir la tela del espacio por la que arrojaremos como
letreros
en la oscuridad de la noche la bola del lenguaje
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en la superficie que constituye el ahora hay una línea yendo
hacia
atrás, otra que va hacia mí, y una siguiente es tuya.
ayer se juntaron.
yo quedé oblicuo.

Gabriel Pantoja, Córdoba 1978. Licenciado en Psicología, practica el psicoanálisis y otras poéticas. En 2015 editará su primer libro de poemas adolescentes escrito a los 35 años.
(fuente Festival Internacional de poesía Córdoba)