miércoles, 25 de mayo de 2011

MARCELO DUGHETTI



Requiem (inédito) 
Los caballos de Isabel
El monte de los árboles sogueros 
Esa Joroba de bronce


Pertenecientes al libro   Requiem(inédito)


a)

Los árboles me aturden, se queman, me aturden
Confunde a los malditos sereno planeta de la noche
Es hora de llegar hasta el agua y beber  las imágenes temblorosas
Al costado  los lirios crecerán desamparados. muchachos oscuros
Espalda con espalda mi mujer y yo somos torturados
Los arboles se queman, me aturden, se queman
No quiero escuchar a  los arboles
La culpa infinita, el infierno que me ladra su capellán rabioso
El momento de un mirada en el centro mismo de otra mirada
Los ojos del almirante muerto, el vuelo de esos aviones.



b)

En el día de la lagrimas y el polvo
 dulce planeta de la noche
Hazte cargo de mis cenizas
Partículas de  miedo escarchan las superficies del agua
Gozo de los arboles fríos
y el monte en silencio

Descansa
escombro de la humanidad,


descansa.



c)

Que escribirás ahora lejos de la música, señor de los caballos angélicos
Que podrá decir tu voz en penumbra.
de la vida muerta en la cuneta,
en el fondo del mar ,
en las fosas comunes,
los gusanos hirviendo,
las moscas,
su cabellera.


 d)

Golpeamos a las iglesias con el puño de una madre
¡Señor gritamos!
¡Señor escúchame, estoy cansado!
Cansado de oír los arboles
quejarse confundidos entre las llamas
Señor
abre la puerta
Estamos
solos




e)

Gloria a dios que a  venido a buscarme sobre un listón de oro con su fauna desnuda
Gloria a dios que silba esa canción de Cohen y mira por la ventanilla del colectivo 
Gloria a dios que se anticipo a todas las recomendaciones y se ha dispuesto a llevarme
Gloria dios porque en la furia de tu carro  nunca serás un auriga rendido sino este recuerdo de higos y leche por la tarde soberana que tan gorda como la mujer de la plaza se  adueña de la lluvia y el silencio




f)

El albañil ve pasar tres niñas con uniforme escolar
¿Sabes quién las partió a esas tres?  dice
Después bebe una cola criolla con sabor a jarabe de  farmacia
El compañero subido a una viga de ladrillos huecos observa a las niñas y
piensa en su hermana, en las tardes junto a la morera
En la fruta dulce y caliente que da ese árbol


Elena escribe
                                   (A Elena Anníbali)
No puede Elena ser la poeta que es y dormirse preocupada de sus dos trabajos
La escuela donde le dice “buenos días” a las mentes de esos niños
La caja de un supermercado moliéndole la espalda por la tarde
Yo prefiero que maneje por la 36 escuchando la soja matar todo lo que nos rodea
Recordándome un pasado glorioso de adolescentes, caballos
y grutas exquisitamente profanadas.



h)


Un cáncer mutila a mi madre
Estoy viendo moriri parte de mi mismo y no atino a llenar el vaso de agua que me pide
Mi madre, su mesita de luz,
el sonido de un salmo que habla de cosechar con dicha lo que se siembra con sufrimiento
La tarde se pega a los huesos en una luz fría
“Toda carne es como yerba la yerba se marchita y la flor cae”
-         Mama no es 10 de abril, no es 1868 ni viernes Santo
Pero estamos en la catedral de tus misterios
Y Brahms sonríe entre bastidores
Joya de tu corona los hijos que has olvidado
Reina mía embarca, yo  empujare la nave por el agua aceitosa
No habra monedas en tus ojos(quiero que veas y recuerdes, es mi venganza)
Solo un coro de voces extrañas despidiendote en la costa
Tu casa será quemada para que no vuelvas y en honor de los días que vendrán
Levantaré el mármol de tu recuerdo donde crecerán flores silvestres y amargas.



i)

Es noche de sábado
acá en la esquina anda caminando con un cuchillo envuelto en un trapo “El mano
Sucia” dios de los degüellos reencarnación de  un salvaje país de marlo.
Que busca le pregunto sentado en los pilares de mi casa
¡Un perro! grita
¡Un perro blanco de cara manchada y patas largas!
 ¡Un perro con la costumbre en el nombre de matar lo que pase!



j)
Hay algo en jaqueline Dupre que ensucia los vidrios de la casa
Como después de esas lluvias tenues
Te veo desnuda flotar entre las lechugas y los zapallos
Estás tan muerta así
Brilla la alianza que elegiste
de plata con una línea de oro al centro



  
k)

Mi hija
sentada al borde de la infancia
con un sombrerito de diario
y zapatillas  de raso
nos mira trabajar la angustia

la madre
canta sobre la maquina
y el fuego de la estufa
se duerme

Ahora

los tres

La niña
desde el borde

La madre
desde la maquina

Y yo
desde el silencio

Oímos caer la tarde

Como si lloviera.



h)
Los muchachos
bajan urgentes de esperma y gasolina
a los sucios galpones que a media noche arde
el cuarteto desdibujado por la tristeza próxima
de aquella pálida muñeca
Así se vive y se muere
en las altas llanuras de la soja
extrañados
con el cigarrillo a manera de rustico sahumerio
perfumando con el  tabaco las  estancias de la sala
confundiendo las coronas,
los breves ramos
su reino.




Poemas de  Los caballos de Isabel



 El patio está entrando en su letargo,
abro la canilla del piletón y bebo el agua,
la escarcha del pozo.


Fumo
en la penumbra.

La brasa
dice que estoy allí.
Un llamador de ángeles en la tormenta.




Isabel despierta de la siesta

entra con cinco caballos en las manos.

Cinco caballitos de un solo ojo,

cíclopes en la belleza de un trazo débil

Despedaza  el atado de cigarrillos y recorta coronas,

unge príncipe al más triste.

El pájaro sobre su hombro asiente.

Todo es solemne en la cocina.

Los acompaño en silencio.



  
Poemas del Monte de los árboles sogueros

escribía
con la soga al cuello,

Con la soga al cuello
compraba tomates y cebolla,
armaba la ensalada con la soga al cuello.

Con la soga al cuello salaba su carne,
ponía la mesa, exprimía un limón, prendía el televisor, besaba a su hija,
y sonreía
con la soga al cuello.

Todo eso
y más,
sin que nadie viera,
el elemento,
la sustancia,

Cuando la soga
trepo a la viga
todos golpeaban su frente
como si hubiera sido posible  salvarlo.

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Folkner deja de escribir.

Con mi hija
construimos un barco  para escapar
al centro de la tierra

Todos los domingos le agregamos detalles
mi madre
encerrada en su urna de hueso
suele desearnos suerte
nos prepara un te de odio
y lo sirve envuelta en su capullo.

Cuando llega la noche
y el lunes muerde con su pan de furia,
miramos con ternura el barco fantástico
la cruz de palo santo
el osito rojo en la cabecera
la dulce mortaja
que cubrirá el futuro.




En varios idiomas existen palabras bestiales
que repiten los poetas como si las hubieran vivido.
Existen imágenes que voltean la taba de culo

Yo riego la maceta para que el arbolito crezca
después le corto las ramitas,
que no se extralimite

Soy un marica japonés
kimono
alma
bonsái


Arigato.


  

                                                                          cualquier
desgraciado
compra
una
s
o
g
a
cualquier
ministro
desolado
traidor
viudo
ciego
hambriento
compra
una
s
o
g
a

el futuro
del
frío
es
infinito






I)
Con la maquinita de hacer suicidas
anda el ángel que conoces

cuando le silbes como a tu perro
y obediente acuda con su caja de herramientas
no dejes que el elija

no permitas que goce

que
duela poco

que
sea rápido
y
efectivo.



 POEMAS  Esa joroba de bronce

 

 Sake

Es bello el hombre que abraza el acero con papel de arroz
y se desgarra el vientre en luminosa mueca.
Habla el blanco paso del cisne sobre las sombras
y el agua y la sangre se encuentran

Es bello el hombre que hacia el oriente
bebe el sol y olvida al mundo


Entre las hojas caídas
el viento
también canta.



El filo de dios


Mi madre usaba un cuchillo de acero divino
Un cuchillo forjado en la venganza de dios
Con la herrera ilusión de lastimar al mundo.


La  puerta


Los hombres que entraban al infierno cantando
Los hombres que brotaban del infierno cantando
Nunca creyeron la advertencia del Florentino




Confesión

Yo era un cíclope
entre mis hermanos
Y escribía
con los dientes.



Naturaleza muerta.

La manzana negra y triste
abierta en mitades dispares
alumbra de horror
la mesa de agosto

Sobre la mesa
los brazos del hombre
sobre los brazos del hombre
el mundo.


Un claro día


Mi madre corta sus senos
en proporciones perfectas
somos cuatro
mi madre nunca fue injusta


Oral  I


                              La
                           Mujer
                    Que se arrodilla
                            ante
                            
                             mi

                             Y

                           bebe

                            de



                           mi


                         abrió
                  entre estas piernas
                      un surtidor
                           de
                          oro


Nota: Agradecemos a Marcelo el excelente material que nos envió, su generosidad.




Marcelo Luis Dughetti nació en Villa María (Argentina) en 1970. Es maestro de enseñanza primaria y Técnico Superior en Comunicación Social.Ha publicado cuatro libros de poesía : La joroba de Bronce (2003), Donde cayó esta muerta (Premio Provincial de Letras-2003) El monte de los árboles sogueros (2007) Los caballos de Isabel (2009)y en narrativa perteneciente a la colección Proyecto para un diluvio, el libro La bicicleta roja (2007).Recientemente ha compilado, para la Universidad Nacional de Villa Maria, una ntología de escritores del sur cordobés. Fue fundador de las revistas literarias La araña de Carbón y Arena.Sus trabajos han sido comentados en diferentes medios gráficos como Pagina 12, Revista Inrockuptibles, Diario de Poesía, Diario La Capital, Diario El ciudadano y Revista Alguien Llama, entre otras.


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